Grupos
de Florida y Boedo
por
Paula Sobrado
A
comienzos de los años 20 surgen dos grupos con búsquedas claramente
diferentes que muestran un conflicto común a buena parte de la
vanguardia latinoamericana entre una tendencia social o ética y una
tendencia artística o estética.
Grupo
de Florida
En
1919 aparece una revista con pronunciada ironía política llamada
Martín
Fierro,
que tras las huelgas y manifestaciones de la llamada "Semana
Trágica", se convierte quizás en un punto de inflexión
dentro de la situación cultural rioplatense.
En
1923, el editor Samuel Glusberg le propone a Evar Méndez reeditar
la vieja revista Martín Fierro de 1919. La nueva revista nace con
el objetivo de renovar las letras y las artes plásticas por lo cual
su contenido, que lleva el subtítulo de "Periódico
quincenal
de arte y crítica libre",
demuestra el decidido empeño de sus redactores por divulgar la obra
de las figuras más importantes del arte contemporáneo: pintores,
escultores, arquitectos, músicos, pero ante todo escritores y
poetas. Escriben para la revista Martín
Fierro: Jean
Cocteau, Paul Morand, Max Jacob, Jean Girardoux, Jules Supervielle,
Jean Prevost, Valery Larbaud, Aldo Palazzeschi, Fortunato Depero,
Marinetti. Ocupa, desde luego, un lugar privilegiado la nueva
generación poética argentina: Oliverio Girondo, Norah Lange, Jorge
Luis Borges, José González Carbalho, Sixto Pondal Ríos, Sergio
Pinero, Luis L. Franco, Francisco Luis Bernárdez, Nicolás Olivari,
entre otros.
En
el cuarto número de la revista Martín
Fierro aparece
el manifiesto escrito por Girondo
dejando clara la orientación de dicha publicación
y
su propuesta estética. Como ocurrió con la mayoría de los
manifiestos, este texto se constituye en un texto literario en sí
mismo. Es altamente polémico, irónico, sin tibiezas, dejando en
claro su rechazo a las formas estéticas del academicismo y la
tradición literaria. Se proponen la búsqueda de nuevas formas
creativas generando de este modo una tensión en pugna con el
nacionalismo y su influencia del romanticismo. La
finalidad
de este grupo no pasa por dar un mensaje reivindicatorio social, sino
más bien el énfasis está en lo formal, el material utilizado y la
influencia del vanguardismo proveniente de corrientes europeas.
El martinfierrismo
se
encuentra en contra del oficialismo, la seriedad, la sensiblería, la
solemnidad que son actitudes netamente burguesas.
Manifiesto
“Martín Fierro”
Frente
a la impermeabilidad hipopotámica del “honorable público”.
Frente
a la funeraria solemnidad del historiador y del catedrático, que
momifica todo cuanto toca.
Frente
al recetario que inspira las elucubraciones de nuestros más «bellos»
espíritus y a la afición al ANACRONISMO y al MIMETISMO que
demuestran.
Frente
a la ridícula necesidad de fundamentar nuestro nacionalismo
intelectual hinchando valores falsos que al primer pinchazo se
desinflan como chanchitos.
Frente
a la incapacidad de contemplar la vida sin escalar las estanterías
de las bibliotecas.
Y,
sobre todo, frente al pavoroso temor de equivocarse que paraliza el
mismo ímpetu de la juventud, más anquilosada que cualquier
burócrata jubilado:
“MARTÍN
FIERRO” siente la necesidad imprescindible de definirse y de
llamar a cuantos sean capaces de percibir que nos hallamos en
presencia de una NUEVA sensibilidad y de una NUEVA comprensión,
que, al ponernos de acuerdo con nosotros mismos, nos descubre
panoramas insospechados y nuevos medios y formas de expresión.
“MARTÍN
FIERRO” acepta las consecuencias y las responsabilidades de
localizarse, porque sabe que de ello depende su salud. Instruído de
sus antecedentes, de su anatomía, del meridiano en que camina,
consulta el barómetro, el calendario, antes de salir a la calle a
vivirla con sus nervios y con su mentalidad de hoy.
“MARTÍN
FIERRO” sabe que «todo es nuevo bajo el sol» si todo se mira
con unas pupilas actuales y se expresa con un acento contemporáneo.
“MARTÍN
FIERRO” se encuentra, por eso, más a gusto en un transatlántico
moderno que en un palacio renacentista, y sostiene que un buen
Hispano-Suiza es UNA OBRA DE ARTE muchísimo más perfecta que una
silla de manos de la época de Luis XV.
“MAR
T ÍN F I E R RO” ve una posibilidad arquitectónica en un baúl
«Innovation», una lección de síntesis en un «marconigrama», una
organización mental en una «rotativa», sin que esto le impida
poseer como las mejores familias un álbum de retratos que hojea, de
vez en cuando, para descubrirse a través de un antepasado... o
reírse de su cuello y de su corbata.
“M
A R T ÍN F I E R R O” cree en la importancia del aporte
intelectual de América, previo tijeretazo a todo cordón umbilical.
Acentuar y generalizar, a las demás manifestaciones intelectuales,
el movimiento de independencia iniciado, en el idioma, por Rubén
Darío, no significa, empero, que habremos de renunciar, ni mucho
menos finjamos desconocer que todas las mañanas nos servimos de un
dentrífico sueco, de unas toallas de Francia y de un jabón inglés.
“MARTIN
FIERRO” tiene fe en nuestra fonética, en nuestra visión, en
nuestros modales, en nuestro oído, en nuestra capacidad digestiva y
de asimilación.
“MARTÍN
FIERRO” artista, se refriega los ojos a cada instante para
arrancar las telarañas que tejen, de continuo, el hábito y la
costumbre. ¡Entregar a cada nuevo amor una nueva virginidad, y que
los excesos de cada día sean distintos a los excesos de ayer y de
mañana!
¡Ésta
es, para él, la verdadera santidad del creador!... ¡Hay pocos
santos!
“MARTÍN
FIERRO”, crítico, sabe que una locomotora no es comparable a una
manzana y el hecho de que todo el mundo compare una locomotora con
una manzana y algunos opten por la locomotora, otros por la
manzana, rectifica para él la sospecha de que hay muchos más negros
de lo que se cree. Negro el que exclama ¡colosal! y cree haberlo
dicho todo. Negro el que necesita encandilarse con lo coruscante y no
está satisfecho si no lo encandila lo coruscante. Negro el que tiene
las manos achatadas como platillo de balanza y lo sopesa todo y todo
lo juzga por el peso. ¡Hay tantos negros!...
“MARTÍN
FIERRO” sólo aprecia a los negros y a los blancos que son
realmente negros o blancos y no pretenden en lo más mínimo cambiar
de color.
¿Simpatiza
usted con “MARTÍN FIERRO”?
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usted con “MARTÍN FIERRO”!
¡Suscríbase
usted a “MARTÍN FIERRO”!
En
1926 los integrantes de Martín Fierro empiezan a redactar sus
escritos en un local de la esquina de Tucumán y Florida: “Aquí
en calle Florida, en donde la ciudad es como
una
síntesis de sí misma y del país”.
La aristocracia porteña comienza a reunirse y a trasladar su lugar
de residencia a la zona de la calle Florida, cabe destacar que ésta
fue una de las primeras calles en contar con empedrado e iluminación
pública. Allí se encontraban el Jockey Club y la confitería
Richmond (ambos lugares de reunión de dicho grupo).
Dentro
del grupo de Florida uno de sus principales integrantes es Oliverio
Girondo
(1891-1967). Sus dos libros más claramente urbanos, “Veinte
poemas para ser leídos en el tranvía”
(1922) y “Calcomanías”
(1925), son dos libros de viajes por Europa, África y América.
En “Veinte poemas para ser leídos en el tranvía”, hay cinco poemas escritos en Buenos Aires: "Pedestre" (agosto 1920), "Exvoto" (octubre 1920), "Plaza" (diciembre 1920), "Milonga" (octubre 1921) y "Nocturno" (noviembre 1921), y dos escritos en Mar del Plata, " Croquis en la arena" (octubre 1920) y " Corso" (febrero 1921).
En “Veinte poemas para ser leídos en el tranvía”, hay cinco poemas escritos en Buenos Aires: "Pedestre" (agosto 1920), "Exvoto" (octubre 1920), "Plaza" (diciembre 1920), "Milonga" (octubre 1921) y "Nocturno" (noviembre 1921), y dos escritos en Mar del Plata, " Croquis en la arena" (octubre 1920) y " Corso" (febrero 1921).
Nocturno
Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana.
Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos.
Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas.
Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo,
y cuál será la intención de los papeles
que se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras,
y en que las cañerías tienen gritos estrangulados,
como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa,
al dar vuelta la llave de la electricidad,
en el espanto que sentirán las sombras,
y quisiéramos avisarles
para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones.
Y a veces las cruces de los postes telefónicos,
sobre las azoteas,
tienen algo de siniestro
y uno quisiera rozarse a las paredes,
como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos
que nos pasaran la mano por el lomo,
y en las que súbitamente se comprende
que no hay ternura comparable
a la de acariciar algo que duerme.
Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana.
Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos.
Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas.
Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo,
y cuál será la intención de los papeles
que se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras,
y en que las cañerías tienen gritos estrangulados,
como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa,
al dar vuelta la llave de la electricidad,
en el espanto que sentirán las sombras,
y quisiéramos avisarles
para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones.
Y a veces las cruces de los postes telefónicos,
sobre las azoteas,
tienen algo de siniestro
y uno quisiera rozarse a las paredes,
como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos
que nos pasaran la mano por el lomo,
y en las que súbitamente se comprende
que no hay ternura comparable
a la de acariciar algo que duerme.
En
este poema, Girondo captura el terror nocturno y lo expresa como
motivo fundamental
en
forma concreta: las luces de la calle que se van apagando una tras
otra, los alambres y los postes telefónicos sobre las azoteas, los
caballos que pasan, los gatos en celo en los tejados, los papeles que
se arrastran en los patios vacíos. Otro aspecto importante de
“Veinte
poemas...”
es lo estrictamente visual. La imagen poética tiene una
correspondencia con lo visual y esto es influencia del surrealismo:
asignarle una “representación visual” a la frase en la que se
inserta.
Girondo
acompaña los poemas con ilustraciones como apoyo a lo expuesto en
los versos. En “Veinte
poemas...”,
aparecen diez ilustraciones, que completan las poesías: "Paisaje
bretón", "Croquis en la arena", "Río de
Janeiro", "Milonga", "Exvoto", "Croquis
sevillano", "Biarritz", "Pedestre", "Plaza"
y "Sevillano". En algunos poemas, las acuarelas reproducen
gráficamente lo que éste describe. En otros, adicionan un elemento
visual que lo amplía.
Otro
de los autores más relevantes dentro del grupo Florida es Jorge Luis
Borges. En 1914 parte con su familia a Europa. A su regreso, el
Buenos Aires que halla suscita en él emociones ambiguas ya que
encuentra una ciudad distinta a aquella que había dejado antes de su
“exilio” y con respecto a esto diría: “Al
cabo de los años del destierro volví a la casa de mi infancia y
todavía me es ajeno su ámbito”.
A partir de estas percepciones en 1923 escribe “Fervor de Buenos
Aires” que desplaza el eje de la cultura argentina, mediante el
traslado de la producción tradicional literaria, la serie gauchesca,
a la ciudad. El Buenos Aires que describe Borges no es la zona
céntrica sino más bien los suburbios de casas bajas y quintas.
Conforma también una mitología urbana con personajes que tienen que
ver con el malevaje.
Prácticamente toda la producción literaria de Borges durante la década del veinte como por ejemplo: Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925), El tamaño de mi esperanza (1926), El idioma de los argentinos (1928), Cuaderno San Martín (1929) y Evaristo Carriego (1930), persigue una construcción literaria de la ciudad de Buenos Aires.
Prácticamente toda la producción literaria de Borges durante la década del veinte como por ejemplo: Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925), El tamaño de mi esperanza (1926), El idioma de los argentinos (1928), Cuaderno San Martín (1929) y Evaristo Carriego (1930), persigue una construcción literaria de la ciudad de Buenos Aires.
Francisco
Luis Bernárdez (1900-1979) fue en los comienzos martinfierrista,
para ir luego derivando hacia una poesía personal de acento
religioso. Entre sus obras: “El buque” (1935), “Poemas
elementales” (1942). También colaboró en “Martín Fierro”
Ricardo Güiraldes.
Entre
los artistas plásticos que participaron del grupo Florida cabe
mencionar: Aquiles Badi, Héctor Basaldúa, Antonio Berni, Horacio
Butler, Juan del Prete, Emilio Pettoruti, Xul Solar, Lino Eneas
Spilimbergo.
Dentro
de la revista Martín Fierro había una sección que hacía las
delicias de los lectores -y que seguramente fue uno de los motivos de
su éxito de ventas-: se llamaba el “Parnaso
Satírico”
y consistía en epitafios en verso sobre figuras de la escena
cultural y en la que no faltaban las burlas a los miembros del
equipo.
Aquí
yace, bien sepulto,
Capdevila en este osario;
Fue niño, joven, adulto,
Pero nunca necesario.
Yace aquí Jorge Max Rhode
Dejadlo dormir en pax
Que de ese modo no xode,
Max.
El Vizconde de Lascano Tegui aportó varios epitafios, como el siguiente, sobre Leopoldo Lugones:
Fue don Leopoldo Lugones
Un escritor de cartel
Que transformaba el papel
En enormes papelones.
También escribió el Vizconde sobre Horacio Quiroga:La selva puso a sus pies
Hasta que un autor inglés (Kipling)
le puso al revés
los puntos sobre las íes.
Oliverio Girondo recibió lo suyo:
Bajo esta lápida fría
Yace Girondo sin dientes
Quien lo enterró bien sabía
Evitar inconvenientes.
También Borges fue objeto de burlas:
Borges que reposa aquí
Pudo ocupar gran volumen
Mas derrochó su cacumen
Con Brandán y con Smith.
Pettoruti y Xul Solar, dos plásticos que se mezclaban entre los escritores del grupo también fueron burlados en el Parnaso:
Pettoruti irá al fracaso
Si se baja del Picasso.
Con Xul en la calle México
Lo reformamos al léxico
Capdevila en este osario;
Fue niño, joven, adulto,
Pero nunca necesario.
Yace aquí Jorge Max Rhode
Dejadlo dormir en pax
Que de ese modo no xode,
Max.
El Vizconde de Lascano Tegui aportó varios epitafios, como el siguiente, sobre Leopoldo Lugones:
Fue don Leopoldo Lugones
Un escritor de cartel
Que transformaba el papel
En enormes papelones.
También escribió el Vizconde sobre Horacio Quiroga:La selva puso a sus pies
Hasta que un autor inglés (Kipling)
le puso al revés
los puntos sobre las íes.
Oliverio Girondo recibió lo suyo:
Bajo esta lápida fría
Yace Girondo sin dientes
Quien lo enterró bien sabía
Evitar inconvenientes.
También Borges fue objeto de burlas:
Borges que reposa aquí
Pudo ocupar gran volumen
Mas derrochó su cacumen
Con Brandán y con Smith.
Pettoruti y Xul Solar, dos plásticos que se mezclaban entre los escritores del grupo también fueron burlados en el Parnaso:
Pettoruti irá al fracaso
Si se baja del Picasso.
Con Xul en la calle México
Lo reformamos al léxico
Grupo
de Boedo
Las inquietudes del
grupo Boedo surgen a partir de los problemas que aquejaban a la clase
trabajadora ya que la mayoría de sus componenetes procedían de esa
misma clase. Así, por ejemplo, Agustín Riganelli, era tallista;
Roberto Arlt, gomero; Nicolás Olivari, peón de Almacén; César
Tiempo, repartidor de soda; Roberto Mariani, oficinista...
Según Elías
Castelnuovo (op. cit., p. 12) :“Mientras
Florida sostenía que a nuevos
tiempos
correspondían nuevas formas de arte, Boedo sostenía que a nuevos
tiempos correspondían nuevas formas de vida. Que lo que cambiaba o
debía cambiar eran las condiciones de la existencia del hombre y no
las condiciones de las modalidades de arte”
En la calle Boedo funcionaba la imprenta de Lorenzo Rano en la que se imprimía “Los Pensadores”, colección dirigida por Antonio Zamora en cuyas páginas eran asiduos los nombres de Gorki, Dostoievsky, Tolstoi, Gogol, Engels y Marx, que luego se transformó en revista para dar a conocer a la izquierda literaria porteña. En torno a aquel local fue congregándose un creciente grupo de periodistas, novelistas y poetas (Nicolás Olivari, Roberto Mariani, Leónidas Barletta, Lorenzo Stanchina, Roberto Arlt, Gustavo Riccio,
En la calle Boedo funcionaba la imprenta de Lorenzo Rano en la que se imprimía “Los Pensadores”, colección dirigida por Antonio Zamora en cuyas páginas eran asiduos los nombres de Gorki, Dostoievsky, Tolstoi, Gogol, Engels y Marx, que luego se transformó en revista para dar a conocer a la izquierda literaria porteña. En torno a aquel local fue congregándose un creciente grupo de periodistas, novelistas y poetas (Nicolás Olivari, Roberto Mariani, Leónidas Barletta, Lorenzo Stanchina, Roberto Arlt, Gustavo Riccio,
Alvaro
Yunque, César Tiempo, Raúl y Enrique González Tuñón) en cuyo
seno, a decir de Castelnuovo, “se
estaba incubando el germen de la reacción”:
¿Qué
es el arte? -se preguntaban- ¿Para qué sirve el arte? ¿Cuál es la
función del arte? ¿Por qué se escribe? ¿Para qué y para quién
se escribe? ¿El artista es un producto individual o es un producto
social?
El grupo se había
iniciado hacia 1923 a raíz de un concurso literario organizado por
el diario “La Montaña”, que dirigía Juan Pedro Calou:
“Resultaron
premiados cuatro escritores jóvenes que se desconocían entre sí y
que por efecto del dictamen debieron forzosamente relacionarse
mutuamente”
. Eran Roberto Mariani, Leónidas Barletta, Manuel Rojas y Elias
Castelnuovo que, junto con Alvaro Yunque, quien obtuvo una mención
especial en dicho certamen, formaron el núcleo originario del grupo
de Boedo.
Como hizo la vanguardia
artística de Florida a través de sus ruidosas publicaciones, los
escritores de Boedo volcaron su programa ideológico-literario a
través de revistas de clara implicación social que, frente a la
“nueva sensibilidad” de Florida , reclamaban el nacimiento de una
“nueva sociedad”. “Los pensadores”, “Claridad”, “Dinamo”
y “Extrema izquierda” fueron las principales publicaciones del
grupo.
En 1926 la revista
“Claridad” se presentaba de este modo:
“Claridad aspira a
ser una revista en cuyas páginas se reflejen las inquietudes del
pensamiento izquierdista en todas sus manifestaciones. Deseamos estar
más cerca de las luchas sociales que de las manifestaciones
puramente literarias. Creemos de más utilidad para la humanidad del
porvenir las luchas sociales que las grescas literarias, sin
dejar
de reconocer que de una contienda literaria puede también volver a
surgir una nueva escuela que interprete las manifestaciones humanas
en forma que estén más de acuerdo con la realidad de la época en
que vivimos”.
Uno
de los representantes más destacados del grupo Boedo es Nicolás
Olivari quien fuera
redactor de la revista “Nosotros”. Olivari también era muy
respetado por el grupo Florida habiéndose publicado en la revista
“Martín Fierro” su primer libro de poemas. Nicolás Olivari toma
como temas el bajofondo, los prostíbulos, la decadencia, el alcohol.
La
temática que desarrollan los “boedistas” entran en conjunción
con los grandes letristas del tango: Armando Discépolo, Juan de Dios
Filiberto y Homero Manzi, por ejemplo, quienes eran concurrentes
asiduos a las reuniones del grupo de Boedo.
Olivari
junto a Enrique y Raúl González Tuñon dan cuenta de la influencia
que tiene en ellos la poesía tanguera:
¡Cangallo
y Ombú!
si
sos toda la urbe del recuerdo,
si
estás reventando de nostalgia,
En
esta mezcla gateó mi infancia
y
desde allí me vino este amor tan grande que te tengo, ¡Buenos
Aires!
Buenos
Aires, ancha y larga y grande, como aquella primer palabra en
argentino que le oí a mi madre:
"
Yo soy la morocha,
la
más agraciada . . ."
¡
Buenos Aires morocha de río, de hierro y asfalto!
¡
Buenos Aires!¡Seguís siendo la más agraciada de todas las
poblaciones!
Si
bien había predominancia del género narrativo entre los boedistas
como es el caso, por ejemplo, de Leónidas Barleta con “Cuentos
realistas”
(1923) o “Los
pobres
“
(1925),
de Elias Castelnuovo con “Tinieblas”
(1923) y “Malditos”
(1924), o de Roberto Mariani con sus célebres “Cuentos
de la oficina”
(1925) también hubo poetas en Boedo. Es el caso de Gustavo Riccio,
fallecido a los 27 años de edad con un sólo libro publicado: “Un
poeta en la ciudad”
(1926).
Con
respecto a los artistas plásticos, hacia 1914 aparece un grupo de
artistas que
comparten intereses en relación a los problemas sociales que se
denomina “Escuela de Barracas”. En 1919 se pasará a llamar
“Grupo de los cinco” y finalmente, en la década de 1920 son los
“ Artistas del Pueblo”.
Entre ellos se encuentran:
José
Arato, Adolfo Bellocq, Guillermo Facio Hebequer, Agustín Riganelli y
Abraham Vigo.
En
la década del '20 son protagonistas de los procesos artísticos y
sociales del momento y se relacionan con los escritores boedistas.
Adhieren en su mayoría a ideologías de izquierda y muchas de sus
obras revelan un programa estético en busca de la asociación del
arte con la problemática social del obrero que es su tema por
antonomasia. Esa relación aflora ante todo en la importancia
otorgada al contenido de sus obras. La técnica que emplean para
plasmar su obra es el grabado que remite al trabajo manual, más
artesanal y la posibilidad de difundir sus ideas a través de las
copias que permite hacer el grabado. La finalidad de éstos es la de
concientizar al pueblo, mostrarle las injusticias del capitalismo y
promover la revolución. Colaboran en la ilustración de las revistas
“Claridad”, “Los Pensadores".
En
conclusión, si bien ambos grupos abordaron sus respectivas
ideologías con marcadas divergencias cabe destacar que lo hicieron
desde un mismo punto de partida que es el arte pero con distintas
finalidades: para los “boedistas”, la lucha por la libertad y
reivindicación social de la clase obrera a partir de la noción de
propiedad originado en Occidente y para los “martinfierristas”,
la acción mimética de las vanguardias europeas y la búsqueda de un
cambio radical con respecto a la tradición literaria heredada. Si
bien hay mucha controversia en torno al antagonismo del grupo de
Florida y el grupo de Boedo, es necesario revisar los aportes y el
pensamiento de sus miembros para llegar a la conclusión de que eran
grupos que se complementaban.
Bibliografía:
Mendiola
Oñate, Pedro “Buenos
Aires entre dos calles, breve panorama de la vanguardia argentina”
http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/6277/1/CuadernosASN_04.pdf
Calabrese,
Elisa “El
viaje en la literatura hispanoamericana: el espíritu colombino.
Viajes urbanos en la poesía argentina. Borges y Fernández Moreno”
Universidad
de Mar del Plata, Argentina
http://books.google.com/books?id=How2zKz_UtYC&pg=PA9&lpg=PA9&dq=elisa+calabrese%2Bel+viaje+en+la+literatura+hispanoamericana&source=bl&ots=l942RQHYyj&sig=_mLzpL79MpR4vak2FBL952yRs_c&hl=es&ei=6mnGTqWGJafk0QGzzO0N&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=1&ved=0CCcQ6AEwAA#v=onepage&q&f=false
