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Estoy cursando la Licenciatura en Artes Visuales en la Universidad Nacional de Arte(U.N.A.) desde el 2006. Amo la pintura desde siempre y creo que todas las ramas del arte contribuyen a hacernos mejores personas. Hay una creencia actual generalizada en cuanto a quién y cómo puede ser apreciado el arte. Esto fundamentalmente proviene de una concepción gestada por los empiristas en el siglo XVIII cuando quedaron establecidos los criterios por los cuales era juzgado lo bello. Sólo aquellos de la burguesía que poseían una buena educación y "buen gusto" podían determinar si algo era bello o no. Hoy desafortunadamente seguimos influenciados por esos viejos criterios de ahí que se sostiene todavía si alguien tiene o no aptitudes para hacer arte.Creo,en definitiva, que todos podemos ser artistas... o no?

sábado, 26 de mayo de 2012

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             
El rol de la mujer en Argentina a principios del siglo XX

   A principios del siglo XX el “ciudadano ideal” era de sexo masculino teniendo en cuenta que el Código Civil sancionado en 1869 establecía que la mujer estaba bajo la tutela de padres o maridos. Por otra parte la mujer no tenía acceso a cargos públicos ni derecho a voto. Se consideraba que el ámbito propio de la mujer era el espacio privado-familiar aunque allí también estaba sometida a la autoridad del varón. Por lo tanto las responsabilidades de la mujer eran en principio las de dar a luz, criar y educar a los hijos. 
   A fines del siglo XIX y comienzos del XX se planteó un proyecto de nación de la élite que pretendía generar “ciudadanos ideales” de ahí la importancia de la maternidad y la educación en el hogar. La mujer desde el hogar era partícipe de ese proyecto político. Era fundamental controlar la elección de pareja que ella hiciera o cómo criaba a sus hijos, de ahí que la moralidad y la decencia en referencia al comportamiento sexual fueran tan importantes. 
   Con la llegada del fuerte aluvión inmigratorio, la élite se encontró frente a un problema apremiante que hacía peligrar la moralidad. Por tal motivo la Iglesia y el Estado trataron de imponer sus pautas de moralidad familiar a las clases populares. Los agentes culturales a cargo de transmitir esos valores especialmente dirigidos a la mujer fueron: la escuela, revistas, novelas, sermones de iglesia. Había que inculcar a las mujeres la moralidad de la élite. Existían asociaciones a cargo de esta función como la Sociedad de Beneficencia (damas de familias de la elite porteña) o las Damas de la Caridad.
    Los cambios económico-sociales hicieron necesarios la incorporación de la mujer al mercado laboral ya que el acceso de la mano de obra femenina barata generaba mayor producción y disminuía los costos de la misma. Al mismo tiempo los movimientos feministas impulsaban a la mujer a romper con el modelo tradicional parcialmente sin abandonar su pretensión moralizante. Poco a poco la “mujer moderna” podía cultivar su inteligencia, trabajar, cuidar su belleza a condición de que no descuidara sus “deberes” de ama de casa, esposa y madre. Por lo tanto el ideal de la mujer moderna seguía ligado al ámbito privado-familiar (hogar-matrimonio-maternidad). Los trabajos a los que podía acceder debían encuadrarse en este esquema de pautas morales, como por ejemplo: empleada, docente, profesional siempre y cuando estas actividades no se “mezclaran” demasiado con el mundo de los hombres. En consecuencia el ideal de la mujer moderna era lo opuesto a la propuesta del feminismo y a la realidad de los sectores obreros. Sumado a esto había un metamensaje en relación a lo racial: las imágenes de publicidad, cine, revistas,etc. mostraban a esa mujer moderna de tez clara y rasgos europeos. Por supuesto que las imágenes del argentino modelo eran siempre varones (o mujeres-esposas) blancos, con cierto poder adquisitivo, “decentes”, con afán de progreso. En relación a lo laboral, había características diferenciales con respecto a los varones: ganaban un 40 % menos, se les exigía permanecer solteras, no se tomaban mujeres casadas o con hijos.
   Desde el centenario de Argentina la representación femenina evolucionó a partir del conflicto entre los líderes de estado y las mujeres que cada vez con más fuerza querían hacerse escuchar en público. Al mismo tiempo que existían los movimientos anarquistas y socialistas entre los obreros también habían comenzado las luchas por ganar el sufragio femenino, por lo tanto estas eran consideradas casi subversivas por el género masculino. 
   Desde 1910 hasta la llamada década infame de los '30 las mujeres continuaron rompiendo las barreras que separaban los ámbitos privados y públicos. Hay que considerar que Argentina se encontraba en lucha entre su pasado colonial y la modernidad. Temas como el prestigio, la raza, la proliferación de movimientos sociales, la transición de una forma de gobierno a otra o de un período de tradicionalismo a uno más moderno generaron una alteración en la representación de los géneros.
   Tanto en Argentina, Chile, Uruguay, Cuba, Costa Rica y Brasil las luchas de las mujeres por obtener el acceso al voto, a la educación y al trabajo se convierte en uno de los aspectos clave en el proceso de redefinición de los roles de géneros y de construcción de la identidad nacional y de un modelo ideológico hegemónico entre fines del siglo XIX y principios de siglo XX.
   El honor, la honra, la fama, el buen nombre o reputación han sido preocupación de hombres y mujeres a través del tiempo. La reputación era fundamental principalmente para los inmigrantes, el honor era su capital simbólico que le permitía a cualquiera acceder a un trabajo. En el caso de la mujer existían prácticas “vejatorias” que daban muestra de su “falta de buena reputación”. Por ejemplo, si un marido suponía que su esposa tenía una relación extramarital le cortaba el cabello a modo de transmitir la transgresión de la conducta femenina y el acto de posesión del hombre. El corte de pelo era una vergüenza para la mujer y no sólo le generaba un daño físico sino que generaba un daño a largo plazo por el deshonor que traía aparejado a nivel social.
   Si la mujer decidía huir del hogar por maltrato su reputación pública se veía dañada considerablemente. Si una mujer casada huía con sus hijos legítimos desatendía el Código Civil. En cuanto al maltrato físico era una situación bastante habitual ya que formaba parte de la convicción de aquella sociedad el hecho de que la mujer era propensa a las transgresiones por su naturaleza débil. El hombre tenía un papel corrector por ende los golpes perdían parte de su gravedad para tornarse casi necesarios. Sólo cuando la violencia trascendía lo doméstico podía llegarse a hacer una denuncia formal. Hay un diálogo al respecto en “Las de Barranco”:
Doña María.-¿No es canalla el que le pega a una mujer? ¿Qué es entonces?
Petrona.-Me pega porque tiene celos, y tiene celos, y tiene celos porque me quiere, ¡y eso no es ser canalla! ¿Sabe?
Doña María.-Pero ¿te das cuenta de lo que estás diciendo, desgraciada?¿Quiere decir que encontrás muy bien que te maltrate?¿Que te gusta que te golpee?
Petrona.-¡Eso no!¡Pero desde que no hay otro remedio, qué se va a hacer!...¡Para eso es hombre!

   En cuanto a la belleza se consideraba un valor en sí mismo que era transmitido por modelos y actrices que se difundían en revistas primero y en televisión más tarde. Azafatas, secretarias, camareras, se enfrentaban cotidianamente a la tensión que se generaba entre belleza y capacidad laboral. Existían por ejemplo los Premios de la Virtud que se realizaban cada 26 de mayo en el Teatro Colón, con la participación del Presidente de la Nación y autoridades de gobierno. Este evento era organizado por la Sociedad de Beneficencia y constituía un momento de afirmación pública de las creencias y los valores de las damas de elite (tesón, honradez, amor filial) y otorgaban premios a mujeres pobres con el deseo de ver encarnadas estas virtudes en los sectores populares. Las damas de la élite se convertían así en moralizadoras de la nación. Con los cambios que surgen en torno a esta nueva mujer aparece un discurso científico que las monitoreaba a ellas y sus cuerpos. La cuestión de la moral y la sexualidad eran asuntos públicos. La literatura popular, el tango y la milonga reflejaron estos cambios. Homero Manzi escribió uno de sus tangos mostrando esta problemática:
La gente moralista rezonga sin razón que el mundo va en pendiente, materia de moral que las mujeres de antes en contra de las de hoy cuidaban el pudor y todo lo demás. Así mirando a bulto se puede transigir pero las cosas cambian si entramos a mirar (…) Lo grave es ser virtuosa con el ropaje de hoy.”
   El teatro a su vez formaba parte de este aparato ideológico. En 1920 se estrenó en el Teatro Buenos Aires una obra de Ulises Favaro llamada “Premios de la Virtud” que retrata la contraposición entre una hermana virtuosa que ha sido premiada y otra que cayó en la deshonra de la prostitución. Es un sainete, género que se caracterizaba por estereotipar a sus protagonistas, lo patético en alternancia con lo sentimental. Aunque aparecieron al mismo tiempo otros autores como Florencio Sánchez, Gregorio de Laferrére o Henrik Ibsen que reflejaron la realidad que vivían las mujeres.

CONCLUSIONES:
   La mujer en la actualidad sabe que su papel no es el de ser madre y ama de casa solamente. Ha logrado cambiar la imagen que tiene de sí misma. Puede tener una profesión y desempeñarse en cualquier trabajo al igual que el varón aunque diferenciándose todavía, por razón de sexo, los porcentajes de ocupación de puestos de relevancia y políticos. Todavía queda mucho camino por recorrer...

Bibliografía:
ADAMOVSKY, EZEQUIEL, Historia de la clase media argentina- Apogeo y decadencia de una ilusión, 1919-2003. Editorial planeta, 2010. Buenos Aires, Argentina.
TOSSOUNIAN, Cecilia “Proyecto postdoctoral de Dr. Cecilia Tossounian”, "Identidades nacionales,género y globalización en Argentina 1918-1939”
MASIELLO, Francine. Between civilization and barbarism. Women, Nation and Literary Culture in Modern Argentina. University of Nebraska Press, 1992, USA http://books.google.com.ar/books?hl=es&lr=&id=cuY7Gxdz2xkC&oi=fnd&pg=PP13&dq=masiello+francine&ots=ytZiKQxiH9&sig=t8Ic723xU-4Lx4227o0tR4KFlN0#v=onepage&q=masiello%20francine&f=false
Revista Montalbán N° 34, Universidad Católica Andrés Bello, Venezuela http://www.ucab.edu.ve/montalbanucab.html
SÁNCHEZ, FLORENCIO. M'hijo el dotor. Editorial Kapelusz. 1969. Buenos Aires, Argentina.
DE LAFERRERE, GREGORIO. Las de Barranco. Editorial Cántaro. 2002. Buenos Aires, Argentina.
IBSEN, HENRIK. Casa de muñecas. Editorial Cántaro. 2002. Buenos Aires, Argentina.