HORROR
VACUII
por
Paula Sobrado
A
partir del tema de los pórticos románicos, donde es notable el
abarrotamiento de las figuras y la falta de vacíos, me interesé
por indagar el concepto de horror
vacuii
y su vinculación con mi tiempo y espacio.
Creo
que si pensamos un instante en la cultura que nos rodea podemos
sintetizarla en una sensación dominante: la saturación. Saturación
de la información, de acontecimientos, de propuestas culturales.
Todo gira en un remolino cada vez más denso. Es cierto, sin embargo,
que esta sensación de desborde viene acompañada de otra: la
inconsistencia, el carácter efímero de tanta información, de
tantos contenidos. Pero la respuesta suele ser: más y más. Nuestro
ideal es más conocimiento, más información; y en el terreno
personal casi no hablamos de “no dejar morir el espíritu”,
como diría Nicolás de Cusa. Todo anda o hace como si anduviera
hacia un cumplimiento, hacia una acumulación. Sabemos que este ideal
es imposible, pero nos movemos como si fuera posible sentirnos
llenos.
Vamos idealmente hacia una acumulación.
En
la historia de la filosofía y de la ciencia de Occidente ha
prevalecido el modelo de la plenitud. Por ello, el principio del
horror
vacuii ha estado
vigente durante tantos siglos.
Aunque
la ciencia acepta la existencia del vacío, aparece la contradicción
entre la aceptación de este desde el punto de vista científico y la
permanencia de la vieja aversión hacia la vacuidad.
El
vacío suele asociarse a la melancolía como una tristeza sin objeto;
no hay objeto o motivo concreto que la haya producido. De manera que
cuando desaparecen las referencias a contenidos, el sentimiento
resultante es una ausencia, un vacío vivido como malestar.
Angustia,
ansiedad por el futuro son temas recurrentes en el pensamiento y las
artes de la modernidad. Son metáforas del vacío.
En
conclusión, a pesar de que vivimos en la era de la ciencia que todo
lo mide y todo lo explica, el horror
vacuii reaparece
como metáfora que se manifiesta en la vida anímica en forma de
vacío. Sin embargo, como el pensamiento contemporáneo considera la
plenitud como modelo, el vacío tiene una connotación negativa:
el horror
vacuii continúa
vigente.
Pórtico románico de la Catedral de Santiago de Compostela

